Música para madres o porqué deberías levantar el teléfono y llamarla

A 11000 KM del abrazo de mi madre, este es un post que me resulta un tanto difícil de escribir, pero ahí va. Ya sabes cómo funciona. Dale al play.

 

Lo primero que tienes que saber es que este no es un post sobre ser madre, y que no voy a hablar (casi) nada del mundo de la maternidad, que, al igual que el universo de Alicia en el País de las Maravillas, es aterrador y prodigioso a la vez. Eso se lo dejo a los profesionales del tema como madremadeinspain.

Yo, como siempre, he venido a hablar de mi libro… (Si no hacía la broma reventaba).

Noooo, he venido a hablar de música. Ya sabes, lo que me mueve por dentro.

Nunca he sido muy niñera. En serio, lo de los niños, no iba mucho conmigo. Por eso, cuando nació mi hija, yo apenas conocía canciones de cuna. «Duérmete niño, duérmete ya», y solo el estribillo.

Así que cuando Aitana se puso a llorar, esa primera noche que pasamos juntas, en el hospital de Curicó, a pocas horas de habernos conocido, yo no sabía que cantarle. Y de repente me acordé de esta canción.

Me he pasado la noche en vela, como la vez primera en que te vine yo a buscar.

Y hasta hoy es una de mis canciones favoritas para que se duerma.

¿Te parece raro? Pues mira el resto de la lista, porque te vas a encontrar de todo, menos las nanas de siempre.

Y es que lo de las canciones en esta casa, es otro mundo.

No os lo podéis imaginar. Hacemos canciones de cualquier cosa. Por ejemplo, nuestro archiconocido éxito «Antes de dormir, hay que hacer pipí», o el entrañable» Montse la elefante ha venido a jugar».

Montse la elefante
Esta es Montse la Elefante por cierto

 

Mi hija siempre ha dormido como el… mal, mal, ha dormido mal. Durante mucho tiempo. Recuerdo noches y noches de tenerla en brazos y cantarle, sin que hubiera forma de que se durmiera. Cantarle todo lo que se me ocurría. Un día en mi desesperación absoluta, acabé cantando una de reggaetón que estaba por entonces de moda. (Aunque ya os he contado que en este país se hace música estupenda que no es reggaetón).

Mi marido igual o peor.

Recuerdo una vez, cuando Aitana sumaba menos días que dedos, y acabado todo el repertorio de Miliki, Cantajuegos y la Gallina Pintadita, mi parte contratante, harto de mecerse para adelante y para atrás, se le ocurrió cantar:

Si el papa camina pa’lante

si el papa camina pa’tras

Eooeeoeoeooeoe

Imagino que habréis reconocido el famoso éxito verbenero, «mi caballo camina pa’lante».

El caso es que en el segundo estribillo, Aitana se durmió. Y durante mucho tiempo, cuando nada más funcionaba, este era el recurso infalible.

Él dice que fue casualidad, que se le ocurrió por estar acunándola para adelante y para atrás en brazos, pero yo tengo la sospecha de todo formaba parte de un elaborado plan,  pensado, que se leyó (le encanta leer) algún artículo de programación neurolingüística.

 

En algún momento nuestra hija tendrá dieciséis años, y estará ahí, mirando a ese chico que le gusta, en la verbena de algún pueblo, quizás en la Cabezuela (Requena), o en Bejís, o en Cadaqués. Entonces el chico se acercará y le dirá: «¿Vamos a dar una vuelta?». Y mi hija parpadeará con sus largas pestañas y contestará: «Bueno».

Pero, ¡ay! .Justo en ese momento la orquesta tocará «mi caballo camina pa´lante, mi caballo camina pa’atras», y de alguna manera, a Aitana le entrará a la vez un montón de sueño y ganas de abrazar a su papá. Jaque mate, hormonas adolescentes.

TODO UN SHOW

Y es que seas hijo o madre, (o padre, pero hoy no toca hablar de vosotros),  todos nos estrenamos en esto el mismo día.

Imagináoslo. Estas ahí, a tu rollo, desayunando, y de repente tu líquida atmósfera empieza a apretarse alrededor, y el espacio en el que vives se ondula y se convulsiona como si fuera un agujero de gusano. Y tú, que estabas tan tranquilo, apretado, te sientes absorbido hacia otro lado, hacia un túnel estrecho. Y, para colmo tu madre se pone a chillar. Como de repente estás tan atrapado que ya no puedes volver para atrás, decides echarle un par e ir para adelante, hacia la luz. Sales fuera, y alucinas, porque no sabías que hubiera un «fuera». Además, tú, que siempre habías respirado por el ombligo, como una persona normal, empiezas a respirar por la nariz ¡por la nariz! ¿Estamos locos?

Alguien te pone encima de tu madre, y te quedas más tranquilo, porque estás con ella. Pero sigue siendo raro, porque ahora tu madre no te rodea, que es lo normal, sino que existe aparte de ti ¿Quéeee? Tiene que ser una pesadilla.

Encima te entra hambre y ese tío del gorro te ha quitado el tubo de la comida. A ver qué hacemos ahora. Entonces a tu madre, que te abraza, se le ocurre que te puede dar de comer por la boca. Tía rara. Pero como es tu madre le haces caso, y te pones a comer. Y resulta que está bueno.

 

Lo dicho, todo un show.

Eso es lo que yo me imaginé que estaría pensando Aitana, ahí, toda morada, apoyada en mi pecho, mientras yo lloraba como una magdalena. Lloraba de alegría, de hormonas, de miedo, de dolor (DOLOR) y de no sé cuantas cosas más. Pero sobre todo lloraba de amor.

 

Madre
Yo llorando.

 

En ese instante, se me ocurrió la idea de que en algún momento, mi madre también estuvo pensando lo mismo, y con un idéntico chiste de camisón puesto.

Y la eché de menos a morir, porque estaba en la otra punta del universo.

Conforme Aitana creció, y yo me fui profesionalizando en esto de ser madre, aunque ya te advierto que la L no te la quitan nunca, empecé a pensar en cómo se debió sentir mi madre, cada vez que vivía alguna situación digamos, intensa, con mi hija. Las rabietas, el no dormir, el darlo todo y sentir que todavía quiere más, la distancia inevitable ( y afortunadamente temporal) con tu pareja. Y coleccioné canciones al respecto.

En la playlist encontrarás canciones que me recuerdan, aunque solo sea por el estribillo, a mi hija. Como la de «Chocolate».

 

Cristina Bou
Mi hija y yo comiendo helado de chocolate

Otras son para mi madre. Aunque me falta una, que no está en Spotify y de la que os dejo el vídeo y la traducción. Esta canción me la dió a conocer mi buena amiga Sara, cuando ambas vivíamos en Francia.

De todas las frases, me quedo con esta: Y pensar cuántas veces/ La sentí tan lejana/ Y pensar en cuántas veces/ Le habré querido hablar/ sobre mí..

Todavía me remueve dentro cada vez que la oigo, porque pienso en todas la veces que fui cruel, que no abrí la puerta, todas las veces que le dejé sola, todos los momentos en que fui egoísta e hiriente.

Y luego miro a mi hija y pienso que ella hará lo mismo, porque así tiene que ser.

«Nunca sé que regalar a mi madre». Eso dices siempre, cuando llega el día de la madre.

 

Pues regálale lo que más quiere, coño. Regálale tiempo contigo. Vé con ella al cine, al teatro, o a tomar un café. Pero apaga el móvil. Y habla con ella, sobre ella, sobre su juventud, sobre sus sentimientos. Pregúntale cosas, leche.

Aunque también puedes regalarle un cuento ;) Al final sí que he venido a hablar de mi libro.

Os dejo un enlace con la letra, porque no he encontrado una traducción decente en español. Pero si lo leéis despacito entenderéis esta maravilla. Y si alguien sabe italiano es bienvenido de poner la traducción en los comentarios. (eh Sara, eh)

 

Mamá, te quiero y te admiro, por cómo has vivido tu vida, por cómo has sacado adelante tres hijos, por la vez que te enfrentaste a tu jefe en el supermercado. Por si no te lo he dicho suficientes veces.

(¡Papá a ti también pero hoy es el día de la madre! 🙂 )

 

¿Y tú, que piensas regalarle a tu madre? ¡Cuéntamelo en los comentarios! (A no ser que vayas a regalar unos calcetines o una caja regalo).

6 comentarios

  1. […] que sí conservo es Sara, quien se merece un libro por sí misma, y la que alguna vez menciono en algún post. Las amistades fuera de tu casa se viven de manera más intensa, porque ellos se convierten en tu […]

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  2. […] No quiero alargarme más sobre los tipos de amigas, ni por qué deberías levantar el teléfono y llamarlas, al igual que a tu madre. […]

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  3. Emma
    7 de mayo de 2018

    Ay Cris! Me encanta.
    El mejor regalo que le podemos hacer a nuestras madres es saber que estamos bien… y hablar cuando todo va estupendo, pero también tener la tranquilidad de que les contaremos cuando las cosas van mal (y les llamaremos con cualquier excusa chorra para decirles “por cierto, sabes qué?”).
    El mejor regalo que podemos hacerle a nuestras madres es lo que has dicho en tu post, ponernos en su piel y valorar su amor incondicional.

    PD: No te imaginas la de veces que he pensado en lo valiente que has sido siendo mamá lejos… Valenta! Leona. B7s 😉

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    1. Cristina Bou
      7 de mayo de 2018

      Gracias Emma, si es que cuando digo #ponunaemmaentuvida es por algo. Y respecto a ser mamá lejos; va un poco en relación con la vida del emigrante; tu vida no se para por estar lejos. De hecho, tienes que adaptarte y disfrutar el sitio donde vives. Un beso y gracias por comentar

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  4. Lydia
    1 de mayo de 2018

    Me ha encantado este post!!! Enhorabuena Cris sentimientos a flor de piel… Difícil leerlo sin soltar una lagrimita… Ya sabes algo que no ha cambiado de mí sigo siendo una montaña rusa emocional, del llanto a la risa….??

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    1. Cboup
      1 de mayo de 2018

      ¿Y qué sería la vida, si no fuéramos en una montaña rusa? ¿Un paseo en barca? Menudo rollazo… ;)) Me alegro que te haya gustado, y gracias por comentar Lydia

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