Autosabotaje: ejemplo práctico. Diálogo tras haberme picado un mosquito.
– Mi mente: “No te rasques”
-Yo: “Si no pasa nada, y es que pica tanto”
-Mi mente: “Eres muy alérgica, si te rascas va a ser peor”
-Yo: “Solo un poquiiiitooo, hago así una cruz con la uña y ya está”
Resultado: Se me pone la pierna como si tuviera el ébola.
Voy a darme un poquito de lo que más me gusta: autosabotaje. Voy a poner esta canción a sabiendas de que a la mayoría no os acaba Mon Laferte, y de que escribir palabrotas hace que Google te posicione mal: “Canción de Mierda” . Lo siento, ya sabéis que esto va de mi última obsesión.
Practico el autosabotaje: cosas malas que hago aun a sabiendas de que es malo para mí.
Además de una afición insana por rascarme las picaduras de los mosquitos ( y deberíais ver como voy) hago otras cosas que son malas para mí.
¿Por qué? Yo que sé. Si esperáis que os de un motivo o unas pautas, pues mejor dejáis de leer porque como digo siempre yo no soy psicóloga ni coach ni nada de eso.
Pero os cuento lo que hago yo, cómo intento evitarlo, y así quizás saquéis algo de provecho de estos minutos leyéndome, pequeños saltamontes del autosabotaje.
Ejemplo de autosabotaje 1: No repasar los exámenes/ correos/ propuestas editoriales
Esto me ha pasado siempre. Terminaba el examen y decía: ahora a repasar. E inmediatamente me entraba un picor y una intranquilidad en la zona de las posaderas que me hacía levantarme y darle la hoja al profesor sin mirar atrás.
Y luego venía la misma cantinela: “Si lo hubieras repasado te hubieras dado cuenta de que estabas hablando de la Celestina y esto era un examen de estadística”.
Esto me pasa todavía, con los informes a mi jefe, con los correos que escribo y con las propuestas editoriales, en las cuales soy un absoluto desastre. Pero de esto os hablo otro día.
Así que recuerde esta manía me ha hecho pasar frases sin sentido, chascarrillos o palabras malévolas en emails donde iba copiado el mencionado, un email a un director diciéndole la trampa que iba a hacer para que el director (sí, sí, él mismo) no se enterara, un corazón a otro jefe que jamás volvió a cerrar la puerta del despacho cuando iba a saludarle, y más metidas de pata que me da hasta vergüenza admitir.
A lo largo de los años he pensado en por qué hago esto, cuando obviamente sería fácil dedicar un par de minutos y corregir faltas o esas cosas.
Estas son mis conclusiones:
- Soy una ansias. Ya sabéis que esto me sirve para todo. Pero es que es verdad.
- La burocracia me estresa. Lo de entregar y rellenar papeles no es lo mío. Me agobia muchísimo. Taquicardias y todo, oiga. La consecuencia es que no me fijo en lo que hago y siempre acabo olvidando algún papel necesario, para desesperación del Ingeniero o de mi hermana, quien es la encargada oficial de presentarme a los concursos literarios.
- Necesito tachar tareas. Tengo una agenda física y otra en el ordenador, y me apunto las tareas religiosamente. Esto me ayuda a organizarme, ya que soy de mente dispersa, pero a la vez me ha generado una dependencia casi al mismo nivel que al café de acabar y pasar a lo siguiente.

En cualquier caso no hagáis como yo, niños, repasar los exámenes y las cosas que le mandáis a vuestros jefes.
Ejemplo de autosabotaje 2: No esperar a que se me sequen las uñas cuando me las pinto.
Esto puede parecer una chorrada. De hecho lo es. Peeerooo, es muy clarificador. Si no eres capaz de esperarte ni los dos minutos que tarda (como mucho) en secar la laca de uñas, es que no puedes parar ni 120 segundos. Luego me quejo de mi hija.
Ya sé que hay lacas de uñas de secado rápido, pero es que esto entra en conflicto con mi manía de acabar los botes antes de comprar otro. Ya os había dicho que soy rara.
Ejemplo de autosabotaje 3: Procrastinar deliberadamente el post/ novela que estoy escribiendo
Es difícil sentarse frente a la hoja en blanco. Existe un temor, y lo digo a sabiendas de que a muchos os suene rara la elección de la palabra. Pero la hoja en blanco es como enfrentarse a un espejo: no siempre te gusta lo que ves reflejado.
En épocas en las que no tengo tanto tiempo para escribir, como ahora, me cuesta retomar el hábito. Encuentro siempre lavadoras que poner, gente a la que llamar, absurdeces que hacer antes de sentarme y hacer lo que he venido a hacer.
Contra esto, lo único queme funciona es obligarme a mí misma. Empiezo a escribir cualquier cosa, desde lo que hice ayer, cómo me siento hoy, lo que me pica la última picadura de mosquito, la agenda de mañana… Lo que sea con tal de que las palabras manchen la hoja en blanco. De alguna manera, eso me hace encarrilar la escritura.
Porque yo soy de esos escritores que no hacen (mucho) plan, sino de los que escriben, y reescriben, y tiran, y reescriben. Y al final algo sale. Es poco eficiente, pero es mi forma.
Ejemplo de autosabotaje 4: Comer hasta reventar.
Ayer, sin ir más lejos, me zampé tres platos de paella, más el aperitivo que ya llevaba a cuestas. Por supuesto luego postre y los pasteles del café.
¿Por qué? Porque soy una gulas, y lo hago a sabiendas de que no me va a sentar bien.
No tengo excusa para esto y no creo que pueda nunca cambiarlo. Si tenéis algún consejo, bienvenido sea.
Ejemplo de autosabotaje 5: Decir algo fuera de lugar delante del chico que te gusta/ tus suegros/ tus clientes.
Mira, creo que esto hace tiempo que no lo hago. Pero más de una vez me ha pasado, decir algo, y luego pensar ¿por qué? ¿Por qué he hecho esa broma, porque he sacado ese tema de conversación?
Se me ocurre también mi querida Zoe, de «Mar de Invierno en Cadaqués», que es incapaz de refrenar sus sarcasmos, o de pedir perdón, a pesar de que luego se arrepienta de cada palabra.
Recuerdo en concreto un almuerzo de trabajo donde, de alguna manera, acabamos hablando de alcohol y yo solté una perla sobre que era una «droga legal».

Conclusiones sobre Autosabotaje
Estos son solo algunos ejemplos, y la verdad que se me ocurren muchos más pero quiero dejar de hacer ya el ridículo.
Creo que en muchas ocasiones el autosabotaje tiene que ver con el síndrome del impostor, o simplemente la falta de autoestima. Algo así como «no voy a hacerlo bien, no soy lo suficientemente buena, no me lo merezco». Y entonces el canguelo te hace meter la pata. Lo que también se llama las profecías autocumplidas.
En mi caso, por ejemplo, me pasa mucho con el rollo de «soy torpe». De alguna manera, tantas veces me lo han dicho que me lo he acabado creyendo. Que sí, que tiene su fundamento científico, pero oye, los muebles que he montado siguen de pie.
Ante eso, lo único que puedo deciros es que no os digáis que NO vosotros mismos. La vida ya es una carrera de obstáculos como para que encima vosotros vayáis poniéndoos vallas.
Por una vez, intentad confiar en vosotros mismos. Pensar que sí os lo merecéis, pensar que sí que podéis. Darle un poco de cariño a la única persona con la que tendréis que convivir siempre.
En mi caso, supongo que tiene que ver más con lo que mi padre resume en «es que no te fijas». Pues no, no me fijo, siempre estoy pensando en qué voy a hacer luego.
Como ahora que en realidad voy a acabar ya el post para irme a la playa.
7 de abril de 2020
[…] muchos más: como tener nostalgia por un pasado que siempre fue mejor, el autosabotaje, o ser una drama queen. Yo soy culpable de […]